En los límites de París, las antiguas zonas no edificables han sido, desde el desmantelamiento de las fortificaciones, lugares de experimentación y desarrollo de políticas públicas modernas. Sus transformaciones siempre han sido vectores de progreso social, pero aún están demasiado devaluadas en el imaginario colectivo parisino. A través de su activación y valorización, nuestro proyecto del Arena II ayuda hoy a conectar mejor París y sus barrios periféricos próximos y acepta así los desafíos metropolitanos de tal sutura urbana.
Incrustado en el paisaje de la metrópolis parisina, el Arena es una señal de la transición urbana y ecológica real. Ni el tótem ni la verticalidad de otros tiempos, es la horizontalidad de su vasta cubierta con grandes árboles la que señalará la entrada a un París más grande, más inclusivo y más virtuoso. Volúmenes sencillos y apropiados se mueven y levitan sobre las entradas respondiendo a los gestos fluidos, enmarañados y muy presentes de las vías de acceso de las autopistas.
Las fachadas se animan con el movimiento de los volúmenes pero también con los cambios de percepción de los materiales. Un edificio completamente de madera para los peatones que se vuelve metálico en la lejanía, desde los edificios circundantes y las vías de acceso que cambian de altitud. Las largas líneas de madera y metal suavizan la monumentalidad del edificio, creando múltiples líneas de fuga con un efecto muy dinámico.