El proyecto, que domina la ciudad de Annemasse en Alta Saboya, tiene como objetivo reconciliar una entidad de paisaje natural (la pendiente) con un programa de viviendas colectivas, en un espíritu de enriquecimiento mutuo. El proyecto consta de tres paralelepípedos sencillos, de 50 metros de largo, paralelos entre sí. Basándose en las limitaciones paisajísticas y en la topografía especialmente escarpada del lugar, el proyecto se implanta en el sentido de la pendiente, para aportar la mayor continuidad paisajística y geográfica posible. Dispuestos de esta manera, su impacto visual desde la ciudad también es mínimo, ya que solo se puede ver el ancho de su lado más pequeño, que está en línea también con los de las casas individuales existentes.

Inclinados paralelamente al terreno siguiendo una pendiente del 15 %, su relación con la pendiente les confiere un aspecto insólito, una impresión de desequilibrio con la que juega la arquitectura. Las viviendas están dispuestas en seis niveles diferentes. Estas amplias viviendas tienen las cualidades domésticas de una casa.

Los edificios se sobreelevan ligeramente sobre el nivel del suelo y descansan sobre una sucesión de pilotes (y no muros). Tienen así un impacto muy medido en el terreno de apoyo y se superponen sobre las vías de circulación existentes, ahorrando así nuevas infraestructuras. Ligeras pasarelas de madera flanquean el edificio a ambos lados para permitir que los residentes lleguen a sus hogares. La envolvente de madera acentúa la relación con la pendiente destacando el ángulo agudo entre el suelo y las líneas verticales de los listones de alerce. También contribuye a la impresión general de ligereza de los edificios, que parecen rozar el suelo sin alterar su equilibrio.