Los talleres de restauración de arte del Rijksmuseum están ubicados actualmente en el paisaje icónico de un lado del canal de la capital holandesa. La obsolescencia de los locales actuales exige una intervención; optamos aquí por discrepar con las operaciones de demolición/reconstrucción que se acostumbra considerar en tal contexto. Creemos que el urbanismo de una ciudad debe renovarse constantemente a través de proyectos puntuales, sutiles e inteligentes que adapten el tejido a las condiciones metropolitanas actuales. Además, nos pareció importante asegurar la continuidad de la actividad del instituto durante el periodo de construcción para minimizar los impactos.

El proyecto de ampliación se inserta pues en un solar del tejido que bordea el meandro del canal. Permite articular los dos cuerpos de edificios existentes; se crea un nuevo acceso tangente a los talleres existentes que conecta espacios de trabajo y de restauración de obras. La extensión despliega así un abanico entre las masas existentes y ofrece a la ciudad una nueva fachada cinética marcada por sus aristas de acero corten. Los tejados de diente de sierra se extienden hacia el agua y buscan la luz necesaria para el minucioso trabajo de los restauradores. En el interior, los muros de hormigón marcan el espacio de los talleres, que las carpinterías interiores suavizan con sus tonos cálidos.